A solo 10 días de iniciado el mes de agosto,
mes de la pachamama según la cosmovisión andina, los incendios forestales en
Cusco cobran nuevas víctimas. Las llamas arrasan con cientos de hectáreas de
bosques, animales y vidas humanas. Una antigua tradición para fertilizar la
tierra es ahora una amenaza latente.
Nuestro
planeta se encuentra enfermo por la contaminación ambiental. El ser humano se
ha encargado de depredar los recursos y atentar contra la naturaleza. Esto nos
lleva a cuestionarnos ¿Por qué razón el ser humano piensa en su beneficio y no
en las consecuencias al medio ambiente?
Hace unos
meses, el mundo entero vio con pavor cómo la Amazonía y grandes zonas de
Australia ardían sin frenar, ocasionando la pérdida de miles de hectáreas de
bosque, vida silvestre y un daño ambiental irreparable.
La región
de Cusco vive estas semanas un panorama similar. Los incendios forestales que
surgen a consecuencia de la tradición de quemar parcelas de tierra para
limpiarla y hacerla fértil, se han descontrolado y quemado ya cientos de
hectáreas, así como acabado con la vida de personas, incluyendo menores de
edad.
Las
circunstancias actuales obligan a repensar esta tradición, pues debe primar el
cuidado al medio ambiente y la empatía para con otros seres humanos.
En lo que
va del mes, en Cusco se han registrado incendios forestales. Esta última
semana, se pudo ver cómo ardía algunas zonas de Viva el Perú, Sencca y de
Oropesa. Junto con la magnitud, lo que preocupa es la frecuencia con la que
ocurren.
¿No es
acaso la pandemia que vivimos actualmente una consecuencia del daño que durante
años el hombre ha ocasionado al planeta? La inteligencia del ser humano no
puede ser utilizada para su propia destrucción.
Es deber
de todos y todas cuidar nuestro lugar donde habitamos para así, poder dejar a
nuestros hijos un futuro mejor. No pensemos en el ahora, pensemos en el