La
ciudad y la región del Cusco están pasando por su momento más vergonzoso en cuanto a sus autoridades. De un tiempo a esta parte las decisiones tomadas por sus políticos
siguen siendo solo una retórica harta
conocida por los ciudadanos, que
una vez más se lamentan de haber votado
por el hoy alcalde y el gobernador regional.
El
panorama se muestra sombrío para Carlos Moscoso Perea que cada vez viene perdiendo el apoyo de los
regidores en cuanto a sus decisiones, por ejemplo en cuanto a la
reciente derogatoria de la ordenanza
municipal 011-2015-MPC que
planteaba la peatonalización de la plaza de mayor de nuestra ciudad, el cual le valió una
avalancha de críticas ya que no se había consideradó
la participación
de los vecinos de la zona y su impacto a corto plazo en el transporte
público.
Otro
caso, es el del gobernador
regional Edwin
Licona Licona, quién por azares de la vida llego al
lugar en cual se encuentra, tiene al 95% de la prensa cusqueña en el
bolsillo. Han habido escándalos (como
los de recibos de proveedores fantasma
y entre
otros) que muy
astutamente el ing. Licona ha sabido
sortear gracias al apoyo de toda su
maquinaria publicitaria y al silencio
cómplice de muchos hombres de prensa quienes de un tiempo a esta parte se volvieron en una extensión de su oficina
de relaciones públicas.
Muchas de las obras que inaugura fueron iniciadas en
anteriores gestiones; los
problemas heredados por sus antecesores y mentores Acurio y Concha no son
ni van a ser resueltos en su gestión porque a pesar de su bulliciosa publicidad queda demostrada su
total incompetencia y su compromiso
con la corrupción esa misma
que creció y fortaleció con la aparición
del gas de Kamisea. Y si, el
gobernador regional con su cinismo e histrionismo al parecer son ya
su marca registrada lo
hace bien.